Recuerdo cuando mi ginecólogo le dijo con sabias palabras a mi esposo que debía consentirme y entenderme porque en ésta etapa estaré muy vulnerable, pasaré de un estado feliz a triste en tan sólo minutos.
Qué sabias palabras, ya mi esposo estaba avisado. Pensé que eso se podía controlar, pero que va!!! aunque uno crea que manda en su propio cuerpo, él mismo se encarga de dar bofetadas y mandarnos a la realidad.
Yo en éste momento me encuentro como en un circulo vicioso, paso de estar contenta a rabiosa, de rabiosa a llorona, de llorona a consentida, de consentida a contenta, y vuelvo a repetir el círculo.
Cuento con la suerte que mi esposo es comprensivo, y mis rabietas en vez de enojarlo, le causan risa. Me he vuelto insoportable hasta para mi misma, pero son sólo lapsus por tonterías.
Espero que en ésta etapa estén bien consentidas, porque realmente se necesitará.
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